domingo, 20 de noviembre de 2011

¿Cómo reinventamos el mundo rural?

El mundo rural en la actualidad se encuentra desfavorecido por el desarrollo. El campo se ha abandonado en pos de obtener una vida más “cómoda”  en las ciudades y ya nadie valora la riqueza de la vida en las zonas rurales. La razón que lo motiva se debe entre otras a la ausencia de “salidas” que tienen la población en dichas zonas. En muchos casos, la actividad agraria y forestal resulta demasiado arriesgada y expuesta a los acontecimientos climáticos que se producen a lo largo del año, y de ella no se obtiene muchas veces el beneficio económico que permita a las familias que viven en el campo vivir de ello. Sin embargo, son las familias más arraigadas al campo las que permanecen manteniendo el tejido rural, las que permiten el mantenimiento de los numerosos servicios ambientales de los que nos beneficiamos todos. Por un lado, aportan materia prima de la que la industria pueda nutrirse, y por ello obtienen un beneficio (muy escaso la mayoría de las veces). Por otro, mantienen un paisaje. La actividad que ejercen de cuidado de este entorno, permite el mantenimiento de una riqueza ambiental, que sin su presencia se vería con seguridad notablemente deteriorada. Pero de este segundo aspecto, las familias rurales no obtienen ningún tipo de beneficio económico por ello, ¿es justo?
¿Cómo se puede solucionar esta quimera? ¿Cómo se valoran los servicios que se aportan desde la red agrícola y forestal? La solución es compleja, y requiere una reinvención del mundo rural para adaptarse al progreso. Esta reinvención podría tener su punto de partida en una estimación de los beneficios medioambientales  que aportan los propietarios rurales y que en la actualidad no se encuentran valorados.
El punto clave de la creación de esos beneficios económicos será admitir los derechos de propiedad de los recursos generados, y que de esta manera,  quienes los generen puedan venderlos a cualquiera que esté interesado en adquirirlos, entre ellos a aquéllos operadores interesados en compensar daños ambientales. Esta solución, como ya se ha visto en otros lugares del mundo, consigue que haya más interesados en el mantenimiento de estos servicios ambientales. De esta manera en función del servicio que dieran los propietarios de los terrenos, los distintos interesados podrían pagar por el mantenimiento, creación o mejora de estas prestaciones, lo que permitiría una explotación sostenible de las distintas áreas forestales. Podemos encontrar un ejemplo representativo en la ciudad de Nueva York. Los propietarios de los terrenos de cultivo aguas arriba de la Estación de Tratamiento de aguas para que retiren zonas de cultivo o para mejorar las prácticas de gestión. De este modo, la ciudad de Nueva York, reduce notablemente los tratamientos a los que tiene que someter el agua para su consumo al llegar al cauce fluvial. Esto es lo que podríamos llamar un pago por servicios Ambientales, en el que el Ayuntamiento de Nueva York pagaría por el mantenimiento de la calidad del agua.
También los Bancos de Hábitat son una vía de desarrollo del entorno rural ya que se convertirían en una nueva línea de negocio de gran rentabilidad y permitiría la creación de nuevos entornos naturales y mantenimiento y mejora de los existentes.
Por lo tanto, es necesario cambiar los esquemas actuales sobre el mundo rural, no pensar que las biodiversidad existe y ha da mantenerse sola sin pagar ningún precio por ello y la historia nos lo está demostrando. Es necesario ser conscientes que, como todo en esta economía de mercado, el mantenimiento de la biodiversidad también tiene un precio.

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