lunes, 28 de noviembre de 2011

¿Subida de impuestos en Cataluña?

No seré yo desde esta tribuna, quien justifique o no la subida impositiva que como un globo sonda ha lanzado el gobierno catalán como una de las posibles medidas a adoptar para aumentar la recaudación para el próximo ejercicio del 2012. No creo que este blog sea el lugar más propicio para hablar de esos asuntos, pero el tema nos viene al pelo para introducir los impuestos verdes.
Las comunidades autónomas, deseosas en su mayoría por cumplir sus ansias de autogobierno, necesitan acudir a fuentes de financiación adicionales a las que les asigna el presupuesto general del estado o su parte correspondiente de la recaudación de IVA autonómico.
Sin embargo, en materia impositiva, las comunidades autónomas están atadas de pies y manos. Recordemos, que las autonomías sólo pueden crear tributos propios, si no recaen sobre hechos imponibles ya gravados por los tributos estatales o locales. Este hecho, limita de forma notable la autonomía de estas instituciones.
Así, las comunidades, se buscan las vueltas para buscar tributos con los que conseguir ingresos para cuadrar sus maltrechos balances. Y parece que lo encontraron en los impuestos verdes o también conocidos como impuestos ambientales. En este grupo, se recogen figuras tan dispares como impuestos, cánones, tarifas o gravámenes.
Podemos meter dentro de este saco impuestos sobre combustibles, ecotasas, impuestos de basuras…
Estos impuestos tienen la ventaja de la versatilidad que poseen, su flexibilidad y que de forma adecuada pueden lograr el fin que persiguen, es decir frenar la externalidad sobre la que graban.
Pero no sólo eso, pueden ser un indicador del precio real de los productos, incrementando su precio para sufragar su coste ambiental, ser un incentivo para la mejora de comportamientos ambientales o por último constituir un ingreso adicional para financiar políticas de conservación de la naturaleza, o relacionadas con la mitigación de  la externalidad que graban.
Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones, los impuestos verdes no se usan de forma correcta para grabar las externalidades, con lo que el beneficio que se debería obtener no se consigue. Y no sólo eso, la población sólo los percibe como una medida recaudatoria más, que cae en el fondo común de las autonomías y sirve para cualquier otro fin menos para el que estaba previsto.
¿Será éste el caso de las posibles nuevas propuestas para Cataluña?

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