Parece una
pregunta aparentemente de respuesta inmediata. Lo primero que nos viene a la
cabeza cuando escuchamos una pregunta de este tipo es, por supuesto, “no, no
parece lícito”. Los porqués, podrían ser infinitos. Desde un “no porque la
Naturaleza es de todos” hasta respuestas del tipo “no porque el mercado lo destruye
todo”.
Esto es lo que a
primera vista, en la situación actual, respondería una gran parte de la
población. Todos vemos cómo los recursos
ambientales se están viendo mermados por la actividad económica. Cómo está
prevaleciendo la razón económica sobre la razón ecológica.
A pesar de la
tendencia de las empresas y los gobiernos hacia la sostenibilidad, todavía hay
un largo camino por recorrer. Se está viendo que el modelo actual de
conservación de los recursos naturales es insuficiente. Desde la contribución por
parte de las Administraciones Públicas (la mayor parte) y por parte de
Entidades Privadas (la menor parte) no se está alcanzando esta sostenibilidad.
Parece que hay que cambiar algo, no sabemos qué.
Los Mercados de
Medio Ambiente son la irrupción de un sistema considerado desde siempre
trasgresor en un medio idílico, el Medio Natural. Para muchos, no resulta
lícita esta trasgresión. La Naturaleza ha de ser y estar, como ha estado
siempre, como un ente que no ha de ser “tocado” por la actividad del hombre. Pero ésto dejó de ser así desde hace mucho tiempo. Desde el momento en que el hombre
empezó a explotar los recursos naturales para su bienestar.
Los Mercados de
Medio Ambiente, están permitiendo que se generen nuevos servicios ambientales y
que se conserven los recursos en muchas zonas del mundo, gracias a que se puede
obtener un rendimiento económico por su generación o conservación. Están
consiguiendo que a las empresas les resulte atractivo generar recursos
naturales y conservar los servicios que nos presta el Medio Ambiente. Se están
convirtiendo en un incentivo muy interesante para la conservación.
Los Mercados
Ambientales no pretenden “mercadear” con los recursos y servicios naturales
existentes, éstos ya existen y no son objeto de mercado. Lo que pretenden es comerciar
con nuevos recursos y servicios ambientales, generados como consecuencia una serie
de actividades de conservación, gestión sostenible e incluso creación de
activos naturales, activos, que sin la
existencia de estos Mercados Ambientales no se conservarían, gestionarían o
crearían.
Es importante
entender esto: los mercados de Medio Ambiente
no comercian con lo existente, sino con lo creado, es decir, es necesario
aportar mejoras al Medio Ambiente para poder comerciar con ellas, e incluso en
ocasiones (como ocurre en los Bancos de Hábitat) es necesario el compromiso de
conservación a largo plazo o a perpetuidad de los activos naturales creados. Por
lo tanto, lo primero que hacen los mercados ambientales es crear una
adicionalidad ambiental. El que luego esta adicionalidad sea objeto de
transacción económica o no es lo de menos, ya que esta transacción económica en
un Mercado Ambiental regulado no deja de ser sino un incentivo para invertir en
el Medio Natural, un incentivo para que las empresas contribuyan de manera
efectiva a la Conservación del Medio Ambiente.
Desde nuestra
posición consideramos que los Mercados Ambientales son, no sólo lícitos, sino necesarios
para alcanzar la sostenibilidad.
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